miércoles, 28 de septiembre de 2016

La tienda de campaña

Su origen se remonta a los orígenes de la humanidad, evolucionando de acuerdo a los medios y necesidades de los pueblos  cazadores, pastores nòmadas o guerreros. Su carácter específicamente militar lo conservó hasta el desarrollo de los viajes y exploraciones del siglo XIX.

Los hebreos vivieron en el desierto por espacio de cuarenta años bajo tiendas. En la escritura se habla de la tienda de Cedar, hijo de Ismael. En la tienda de Haber atravesó Jael, con un clavo, la cabeza de Sísara. Judit fue a ver a Holofernes en su tienda.

Los griegos parece que no hacían uso de esta especie de abrigos. Diferentes paisajes de Homero prueban que estos héroes no vivían bajo tiendas. Sus abrigos eran unas chozas o cabañas hechas de tierra y de madera cubiertas de cañas y de esta manera es como nos representa Homero la vivienda de Aquiles. Las tiendas se usaron por los romanos, continúa este célebre escritor, y se ven algunas en los bajorrelieves en la columna Antonina.



El uso de las tiendas es muy común entre los árabes, los cuales tienen necesidad de ellas en un clima tan caluroso como el suyo. Parece que el empleo de las tiendas entre los orientales se originó en la costumbre de los pabellones, doseles, palios, sombrillas, etc., que desde muy antiguo se han usado para manifestar respeto o veneración a personas de alta jerarquía representándolas o llevándolas en ellos. En los ejércitos europeos no parece ser muy antiguo el uso de las tiendas, pues antes de la reforma militar introducida por Federico II de Prusia y Luis XIV de Francia solo se albergaban bajo las tiendas los oficiales superiores, mientras que los soldados se guarecían bajo chozas o barracas construidas al efecto.

La tienda, sofisticada y ligera, sigue siendo la forma en que montañeros, escaladores, senderistas y otros usuarios de la montaña pasan la noche al final de su jornada de aventuras o se protegen de las inclemencias meteorológicas.

 
Así existen tiendas para cada necesidad: desde las grandes y espaciosas casetas de camping familiar, a las ligerísimas de una o dos plazas. En medio quedan las aún válidas tiendas populares canadienses, que están siendo desplazadas por las autoportantes, los conocidos iglús, por sus marcadas ventajas: poco peso, espaciosas, isotérmicas, versátiles, resistentes y, en general, de fácil montaje.

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