Las Palmas, Gran Canaria | 2013
© Samuel Mederos
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La Amapola se cría entre los cereales de nuestros campos, entre el trigo y la cebada, allá por los meses de mayo y junio. Los capullos ovalados y cubiertos de pelillos encierran las preciosas flores de cuatro pétalos redondeados con una mancha negra en el centro, donde asoman los estambres, también de color oscuro. Los tallos son delgados y cubiertos de vellosidades, y las hojas recortadas en jirones puntiagudos de un verde intenso.
La amapola contiene sustancias aceitosas, mucílagos, antocianicas y alcaloides. Cuando queramos aliviar una tos, especialmente por la noche, podemos hacer uso de los pétalos de flor de amapola, debido a sus efectos sedantes, antitusivos y pectorales. Aquellos que padezcan de insomnio serán gratamente beneficiados con tisanas de amapola.
El modo de empleo consiste en llenar tres cucharadas soperas de pétalos rojos y añadirlas a una taza de barro, porcelana o madera (no es recomendable usar metal). Seguidamente debemos llenar la taza con agua hirviendo, taparla y dejar tres minutos en reposo. Los pétalos pueden comerse directamente, cogidos de la planta y llevándose a la boca, o bien dejándolos secar para mezclarlos con agua.
Esta flor se encuentra en todas las islas, por lo general en terrenos de cereales o de forma silvestre.
Imagen disponible en: Amapola