lunes, 27 de septiembre de 2021

jueves, 2 de septiembre de 2021

La Aldea de San Nicolás de Tolentino


En este término municipal lo más importante a visitar son los yacimientos arqueológicos. Destaca entre ellos el de Los Caserones, restos de casas y túmulos. Otros yacimientos se encuentran en Güi-Güi, Tasarte, Tasartico, El Hoyo, Tocodomán, Linagua y Artejéz.
La ermita de San Nicolás, es otro punto que merece visita, especialmente por su antigüedad, siendo una de las primeras de la isla.

Las casas antiguas del casco de la capital municipal son muestras del estilo característico insular. Finalmente, citar la bella estampa de molinos de viento, así como los que existieron de agua.
Tradicionalmente, la base económica del municipio ha sido la agricultura. Con anterioridad, la producción principal era la de cereales, en especial el millo. La captación de aguas ha permitido los cultivos de regadío, en los que destacan los tomates, seguidos de pepinos, plantas forrajeras, papas, pimientos, berenjenas, frutas, etc.
Las dificultades que han tenido que superar a lo largo de la historia, en la lucha por la defensa de sus intereses, ha dado al carácter de los lugareños un alto sentido de cooperación, como han dado muestras con la creación de cooperativas y otras acciones comunes.
Otra actividad importante es la pesca, refugiada en su antiguo puerto, única vía de comunicación durante años.
Se enmarca claramente en el oeste de Gran Canaria, con un amplio arco costero que va desde la playa del Cerrillo al acantilado del Andén Verde. Por el este aparece Artenara, cuya linde transcurre desde el mencionado acantilado, para seguir luego el Barranco del Salado, afluente del de La Aldea. A continuación, Tejeda, que se separa siguiendo el cauce del barranco de Pino Gordo, que en su tramo superior se llama de las Casillas. Finalmente, en una posición más meridional, Mogán. La divisoria parte de la Degollada de las Brujas, cerca de la Montaña de Ojeda, para continuar por morros y lomos, y tomar finalmente el cauce del barranco de Los Secos.
La costa presenta los mayores acantilados de la isla, reflejo de la intensa actividad erosiva del mar. Escasas son las playas, en su mayoría de callaos, que aparecen en la desembocadura de los barrancos, caso de las de La Aldea, Tasarte, Güi-Güi...
Estamos dentro del sector más antiguo de la isla, donde se encuentran los materiales emitidos desde hace unos 14 millones de años. Primeramente, de tipo basáltico, sobre los que con posterioridad se depositaron otros de carácter sálico. Estos últimos los vemos en la actualidad culminando las principales alturas del término. Un aspecto llamativo lo ofrece la discontinuidad geológica entre estos dos tipos de rocas volcánicas, y que aparece asociado en varios puntos las llamadas tobas verdes: esos estratos o bandas de color verdoso, debidos a alteración hidrotermal.
El barranco de La Aldea, junto con el de Tocodomán, afluente por la izquierda, forman un amplio valle de suaves pendientes. Supone el tramo inferior del barranco de Tejeda, que desaloja las aguas de esta Caldera. La magnitud de esta gran cuenca determina que no sea extraño ver correr los barrancos. El valle es asimismo donde se concentran las explotaciones agrarias y buena parte de la población.

Rodeándolo aparecen los macizos de Altavista al noreste, de Inagua al este y Güi-Güi al suroeste.
Ya en el sector meridional del municipio se localizan los barrancos de Tasartico y Tasarte, separados por unas altas cresterías.
La climatología va a estar marcada por la aridez, con escasas e irregulares precipitaciones y una fuerte insolación. Característica peculiar supone el soplo casi constante del alisio en las zonas bajas, en los meses de primavera y verano. La vegetación, por tanto, va a presentar un predominio de las especies xerófilas "tabaibal y cardonal". Tarajales, en la desembocadura del barranco de La Aldea, notables grupos de palmeras, solitarios ejemplares de sabinas y cedros, colgados de los riscos, y el pinar de las zonas altas, terminan de definir el paisaje vegetal.

Con la única excepción del Valle aldeano, el resto del término está catalogado como espacio protegido. Hacia el norte, dentro del espacio natural de Tamadaba, un sector donde se incluyen los espectaculares acantilados del Andén Verde. De enorme valor paisajístico y ecológico.
Al oeste, el parque de Ojeda, Inagua y Pajonales, reúne una importante masa de pinar; enclave de especial interés por su avifauna.
El espacio natural del Macizo del Suroeste, reúne dentro de la zona más agreste y aislada de la isla, destacados valores geomorfológicos, botánicos, faunísticos y arqueológicos.

La herencia aborigen se patentiza en La Aldea con las celebraciones de La Rama y El Charco. El 9 de septiembre tiene lugar la Bajada de La Rama. Fiesta que es continuación y deformación del rito indígena, imploratorio del agua de lluvia.



A las cinco de la tarde, del 11 de septiembre, suena el volador y todos y todas se botan al Charco existente en la desembocadura del barranco de La Aldea. Aparte del remojón, hay que pescar las lisas que nadan en él. Herencia de la costumbre aborigen de pescar en los charcos costeros, a base de embarbascar, aturdir a los peces con la leche (látex) de tabaibas y cardones. Tampoco se descarta su relación con los baños rituales y purificadores, que en determinadas ocasiones, practicaban hombres y mujeres, al igual que otras comunidades bereberes norteafricanas. Una prohibición episcopal de 1776, de bañarse casi desnudos, determinaría el que se siguiera haciéndose, pero vestidos. Todos estos actos, a los que se suma, entre otros, una romería, el día 10, forman hoy parte de la festividad de San Nicolás.


El casco urbano comienza por la Calle Real, en la que podemos ver el actual templo Parroquial, construido en 1972. A lo largo de sus calles se puede disfrutar de la arquitectura canaria: el Centro Municipal de Cultura, el Ayuntamiento, las Casas de Piedra y barro de los siglos XVII y XVIII y las Casas Balcón.

En la playa de La Aldea se diferencia dos zonas: una es Las Baquillas, Playa de piedras y de fácil acceso. La otra es La Caletilla. Playa de arena y piedras a la cual se llega pasando el túnel el cual divide estas dos zonas.



Cerca de la playa de La Aldea se encuentra El Parque Rubén Díaz. Este parque está inmerso en un bosquecillo de tarahales, el parque además cuenta con un atractivo añadido y es que a los que les guste madrugar pueden disfrutar de la compañía de algunos cuervos y disfrutar de su vuelo esperando a que alguien le de alguna galleta para acercarse.


Los Caserones, es uno de los enclaves arqueológicos más importantes de Gran Canaria y un ejemplo paradigmático de modelos de ocupación humana e la etapa prehispánica de la isla.

El Roque lo forman basaltos antiguos, de unos 14 millones de años. Es un monumento natural emblemático del paisaje aldeano. En la base del Roque se puede ver una fortificación militar de la Segunda Guerra Mundial el cual fue construido por el ejército ante el temor de invasión por los Aliados.

Hasta 1939-1942, el puerto natural de La Aldea representa la principal salida y entrada de todos los productos agropecuarios y comerciales de la comarca del Oeste de Gran Canaria, porque la lejanía y el terreno no permitían caminos y carreteras adecuadas.
El movimiento portuario en La Aldea creció rápidamente a partir de la introducción de los cultivos de tomates en 1897. El comerciante alemán, Ernesto Carlos Jack, tomó la iniciativa de construcción de un muelle embarcadero y almacén de empaquetado.

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